jueves, 31 de diciembre de 2015

Ser padres: un LUJO para el Director de Correos

La Dirección de Correos SA en Cataluña IMPIDE la conciliación de la vida laboral y familiar de sus trabajadores y trabajadoras. 

Argumenta el Jefe de RRHH de Cataluña que no está contemplado en el Convenio Colectivo (y por lo tanto tampoco en el Acuerdo General... los sindicato CCOO-UGT-CSIF y SL se olvidaron...) 

El Jefe de RRHH nos lo dice por escrito: "no está contemplado ni el cambio de turno ni de centro por conciliación". 

Sin embargo, en la práctica si se hace para amiguetes (suponemos que del Jefe de RRHH y del Director) o bajo presión sindical (mucha presión la que tenemos que ejercer). 

La protección Social de la Familia recogida en el artículo 39 de nuestra Constitución para la DIRECCIÓN DE CORREOS es papel mojado y para algunos sindicatos no es importante. Y decimos que no es importante para ellos porque si hubiera sido así lo habrían plasmado en el Convenio y en el Acuerdo General 

¿Por qué no lo pusieron en el Convenio ni en el Acuerdo General en 2011? 

OBSERVACIÓNAlgo pasa con nuestras pensiones. Durante los debates parlamentarios sobre el Presupuesto para 2016, tanto el secretario de Estado de la Seguridad Social, como el Ministro, han dicho que las cotizaciones sociales ya no aportan suficiente dinero como para pagar todas las pensiones existentes

Ya es un hecho que el número de nacidos es inferior al de personas fallecidas. No podremos pagar las pensiones. En lugar de facilitar la conciliación para el cuidado de hijos y personas mayores, se dificulta. Correos invierte en "la vuelta ciclista" o en la "remodelación de fachadas de edificios" como hace en Barcelona en la Plaza de las Glorias, pero NO FACILITA LA MATERNIDAD ni el cuidado de PERSONAS MAYORES.


Ser padres: un LUJO para el Director de Correos y como afirma la Abogacía del Estado en juicio en Terrassa: las madres se aprovechan de su condición para obtener un cambio de turno. Hemos pedido su cese por impresentable.

Nadia Abejón El Harouni
Representante al comité de empresa Correos Barcelona-Sindicato SiPcte
Activista social
Madre de 3 hijos
www.sipctecorreos.org
sipcte.correos@gmail.com

martes, 14 de julio de 2015

MALTRATO INSTITUCIONAL: Eso está muy mal

Inventarse unos orfanatos modernos encubiertos en modernas fundaciones que supuestamente ayudan a los niños y adolescentes está muy mal. Quitarle los niños a las familias argumentando desamparo, está muy mal. Abandonarlos en una fundación que dice que se ocupa de los menores pero recibe unas cantidades económicas exorbitantes, que para bien o para mal se lucra con ese desamparo está muy mal. Decir que por el bien del menor lo vamos a internar en un centro, sin contar con el resto de la familia, está muy mal. Recibir miles de euros para el cuidado del menor por parte de la fundación y apartarlo de la familia argumentando que es un beneficio para el menor, está muy mal. Y es que el negocio está muy claro. Blanco y en botella LECHE. No necesita la DGAIA ni las fundaciones entre 4.500 y 9000 euros mensuales por niño. Porque ese dinero no lo tienen ni los padres ni las madres a los que les quitan los niños. Yo les animo, a la DGAIA y a la fundación SERVEI SOLIDARI a que lo hagan gratis. Que los psicólogos lo hagan gratis. Que las fundaciones ayuden a las familias gratuitamente. Para qué quiere la fundación SERVEI SOLIDARI de Barcelona 700.000 euros en 2012 si luego resulta que los extutelados viven en pisos roñosos, con muebles que se caen, duermen en colchones que nunca se cambian y en barrios marginales? ¿Para qué lo quieren? ¿Por qué el Director de un CRAE de Rubí cobra 36.000 euros al año si sólo tiene 13 niños que cuidar apartado de la familia? ¿Cobra más que un profesor de Instituto con 400 alumnos? Y es que no se trata de si un padre o una madre saben o no hacer de madres o padres... LA VERDAD es que NO QUIEREN AYUDAR A LOS PADRES Y MADRES. NO QUIEREN QUE LO SEPAN HACER NUNCA BIEN. Necesitan retirar al niño del núcleo familiar porque eso justifica una subvención y una estructura que la DGAIA no puede ya desmontar. Y eso es MALTRATO INSTITUCIONAL. Blanco y en botella.

martes, 19 de mayo de 2015

Los hijos desamparados de la Generalitat (ARTICULO de EL PAIS de 4 de abril de 2014)

8.000 niños están tutelados por la Administración catalana, el 25% de los que lo son en toda España


No entiendo por qué vinieron con la Policía para llevarme. Tengo 11 años, no creo que hubiese podido escapar”. Manel recuerda el primer día de los 136 que pasó internado en un centro de acogida de Barcelona. Eran las 10.00 del 19 de abril de 2013, cuando un dispositivo de técnicos de servicios sociales y Mossos d’Esquadra se presentó en una escuela de Premià de Mar (Barcelona) con la orden de llevárselo. “Compañeros, profesores y padres estaban delante cuando me metieron en la furgoneta. Fue como en las películas”, asegura el menor.
Al mismo tiempo, a unos 30 kilómetros de allí, en la sede barcelonesa de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) de la Generalitat de Cataluña, un funcionario comunicaba al padre que Manel (nombre ficticio) no volvería a casa antes de seis meses. Lo habían convocado a la misma hora en la que su hijo salía escoltado rumbo a un centro de acogida. Al padre le explicaron que era una medida “provisional” mientras se realizaba un “estudio”. “En aquella reunión supe por primera vez lo que es una resolución de desamparo”, recuerda S. N., un neurocientífico de 58 años. El motivo del desamparo fue una supuesta “especial conflictividad” del padre denunciada por la madre, separados. Sin embargo, cuatro meses después, la Generalitat reculaba y suspendía la medida protectora. La resolución, firmada por dos altos cargos de la DGAIA, concluyó que no había motivos para separar a Manel de su padre y mantenerlo interno y casi incomunicado con su familia.
Experiencias como la de Manel han desencadenado una oleada de protestas contra las actuaciones de la DGAIA en los procesos de protección de menores. Unos trescientos padres, organizados en varias plataformas, denuncian el “excesivo celo” de la institución catalana para retirar la tutela a los padres biológicos. “La Administración investiga, juzga y ejecuta. La impunidad de los técnicos es total y las familias son como enemigos. No es un sistema garantista”, protesta Francisco Cárdenas, presidente de la Asociación para la Defensa del Menor, una de las asociaciones que acumula más denuncias. Del medio millar de quejas que ha recogido su entidad en toda España, 200 son de familias catalanas. La Asociación para la Defensa de los Derechos de los Niños y las Niñas (Adenicat) y la recién constituida Real Rights for Children Stop Desamparament son las otras entidades que denuncian la praxis de la DGAIA y suman otras 20 y 60 quejas, respectivamente.

Unos trescientos padres, 
organizados en varias 
plataformas, 
denuncian el “excesivo
 celo” de Bienestar Social
En el centro de la polémica está la actuación de los técnicos de la DGAIA, que evalúan las situaciones de las familias cuando detectan supuestos factores de riesgo de desamparo. Los padres denuncian “la arbitrariedad” con la que los técnicos hacen sus informes y critican la ausencia de una figura jurídica imparcial que medie entre la versión de la Administración y la de los padres. Al tratarse de un proceso administrativo, la DGAIA toma las decisiones de forma unilateral y se ejecutan en el momento. Pero los padres, si quieren oponerse, tienen que iniciar un proceso administrativo y judicial más largo y costoso.
A. M. tardó cuatro años en revertir la decisión administrativa que la separó de su hijo a los tres días de dar a luz. “Todos los documentos adjuntados [por los técnicos de Bienestar Social] efectúan el seguimiento de una enfermedad que la madre no padece”, rezaba la sentencia judicial que le devolvió la tutela del niño. La Generalitat se opuso a esta sentencia y la Audiencia Provincial volvió a ratificarla en marzo de 2011. “No ha sido fácil recuperar el tiempo perdido con mi hijo y vivir con la desconfianza hacia los servicios sociales”, reconoce A. M.
El paso por los tribunales produce un desgaste emocional para las familias. No solo por el largo proceso, sino por los efectos que las medidas de protección tienen sobre las relaciones paterno-filiales. En diciembre de 2011, un juzgado de Barcelona dijo sobre el caso de Cristina Moncada: “No se acaba de comprender el escaso contacto de la madre con sus hijos, ceñido a una hora al mes, que más parece una sanción a la progenitora que una medida de protección de los menores”. El juez advirtió que este régimen hacía “inviable plantearse cualquier alternativa seria de que la madre pueda ejercer el papel que le corresponde”.
Las denuncias contra las actuaciones de la DGAIA han llegado incluso hasta la plataforma de peticiones online Change.org, donde unas 15 familias han conseguido más de 100.000 firmas de apoyo a su causa. “Nosotros no nos posicionamos, pero sí es cierto que hemos detectado una tendencia, un patrón común de quejas contra la actuación de la DGAIA”, señala un portavoz.
También algunos jueces han avalado las denuncias de los padres con sentencias judiciales que fallan en favor de las familias, calificando de “desproporcionadas” las medidas tomadas por la Administración.
La directora de la DGAIA, Mercè Santmartí, asegura que el sistema catalán de protección de menores “es el más garantista de toda España” y las actuaciones están dirigidas a “favorecer el retorno con las familias biológicas”. Con cerca de unas 8.000 tutelas tomadas por la Administración en 2013, Santmartí ha reconocido que “solo” una media de 7,6 medidas de desamparo son revocadas por imperativo judicial cada año.
El absentismo escolar, síntomas físicos o emocionales de maltrato o abandono, negligencia por parte de los padres en el cuidado cotidiano de sus hijos, o incluso un conflicto crónico entre los progenitores son algunos de los indicios que alertan a los servicios sociales para intervenir. Cuando se declara a un menor en desamparo, la Administración retira la patria potestad y asume la tutela del niño, apartándolo de su núcleo familiar en centros o familias de acogida. Durante 2013, 7.871 menores de edad estuvieron tutelados por la DGAIA. Cataluña suma alrededor del 24% de los menores tutelados de toda España, según datos del Ministerio de Sanidad de 2011.

Hay niños totalmente incomunicados. Y no son delincuentes, solo están desamparados”, dice Real Rights for Children
A pesar del breve paso de Manel por un centro de acogida, su expediente llegó a acumular más de 700 folios. Desde la detección del supuesto riesgo hasta la resolución de desamparo, intervienen una retahíla de profesionales que actúan, transversalmente, emitiendo una cadena de informes sobre el menor. Los servicios sociales básicos son el primer eslabón del entramado burocrático, y actúan frente a “las alertas que puedan detectarse desde la escuela, centros sanitarios, familia, vecinos o el teléfono de asistencia a menores”, explica Santmartí. Según la gravedad de los factores de riesgo, se decide asistir a las familias desde las estructuras básicas de apoyo o derivar su expediente a los equipos de atención a la infancia y a la adolescencia (EAIA), brazos ejecutores de la institución. Tras un seguimiento médico y psicosocial del menor y su entorno, los técnicos deciden si puede permanecer dentro del núcleo familiar, bajo un exhaustivo control, o conviene apartarlo de su familia.
Aunque el procedimiento habitual atraviesa todos los estamentos de la cadena de servicios sociales, la DGAIA tiene legitimidad para saltarse los eslabones y aplicar inmediatamente, como en el caso de Manel, una medida cautelar de desamparo y asumir la tutela del niño. Fueron necesarios cuatro meses de abogados y papeleo burocrático, cubriendo instancias y poniendo reclamaciones, para impugnar el desamparo de Manel. Mientras el niño permanecía casi incomunicado en un centro de acogida, su familia sacaba fuerzas de flaqueza y conseguía que la misma Administración que lo apartó de su casa, suspendiese la medida.
“No se ha atendido la versión del niño, que se negaba a vivir con su madre. Se le ha separado contra su voluntad de su padre [con el que estaba de vacaciones] y ha sido obligado a vivir con su madre. Ante la situación actual, sin duda perjudicial para el menor, cabe evitar los posibles daños que mantener esta intervención coactiva puede tener”, aseguraba la resolución, firmada por dos altos funcionarios de la DGAIA, que revocaba el desamparo.
El tiempo en el que los hijos de la Generalitat transitan por los centros y pasan de una a otra familia de acogida, también es objeto de polémica. Lo común es oponerse por la vía administrativa, con un plazo de tres meses desde que se ha decidido el desamparo. Después, si esto no resuelve las diferencias, llega la larga travesía judicial. “La celebración del juicio tarda un año”, asegura Cárdenas, de Aprodeme.
“Al igual que los juzgados de violencia de género, debería haber uno especializado para estos casos, con capacidad para actuar con celeridad”, apunta Juan José Márquez, fiscal decano de Menores de Barcelona. Cárdenas, por su parte, defiende que los jueces participen en todo el proceso y sean ellos los que decidan las medidas protectoras: “Si hubiera más mecanismos de control todos saldrían ganando; sin embargo, primero retiran al menor y luego se hace la reclamación”, añade.
“Las formas actuales, como ir a buscar menores en las escuelas con mossos d’esquadra, son completamente desechables”, puntualiza Silvia Giménez Salinas, abogada especialista en derecho de familia y exdecana del Colegio de Abogados de Barcelona. El responsable del área de menores del Colegio de Trabajadores Sociales de Cataluña, David Nadal, insiste en “trabajar con transparencia y de forma clara” con las familias: “Lo que no tiene que ocurrir es que a las familias les llegue la notificación por sorpresa. Hay que cuidar todo el proceso y trabajar con respeto con ellos”.


Manel (nombre ficticio) pasó cuatro meses internado en un centro de acogida. La Generalitat revocó su desamparo reconociendo que no había tenido en cuenta la opinión del menor. /ALBERTO GARCÍA
Aunque en el caso de Manel fue la misma DGAIA quien, motu proprio, revocó el desamparo aplicado cuatro meses atrás, los jueces también han cuestionado las medidas protectoras y han fallado en favor de las familias, devolviendo la patria potestad a los padres. La directora de la DGAIA asume los errores como “un riesgo” que están dispuestos a correr: “A lo mejor ha habido un exceso de protección en 7,6 casos, pero asumimos el riesgo por los otros 7.000 en los que no nos equivocamos”.
Con el fin de recuperar la tutela de su hija, Sille Soo demostró en 2009, y así lo ratifica la sentencia judicial del caso, que había “muy serias dudas de que las medidas fueran proporcionales a la realidad que se planteaba” y que “no ha resultado suficientemente probado que la menor no estuviera bien atendida”. También, en diciembre de 2010, el juzgado de primera instancia número 19 de Barcelona apreció, en referencia a los dos hijos de J. N., que aunque “los problemas de higiene, por graves que fueran, podían haber dado lugar a una intervención domiciliaria para atajarlos, difícilmente pueden justificar la retirada de la patria potestad a los padres”. Además, el plan de mejora impuesto a J. N. introducía, según el auto judicial, “exigencias inadmisibles en un Estado de derecho”, como “acudir a un centro de planificación familiar para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual”. La jueza consideró la exigencia “del todo impertinente y atentatoria a la dignidad de los padres”.
Mientras la Administración y los padres se disputan la razón y el proceso administrativo continúa sus tempos, los niños esperan, lejos de su hogar. Los profesionales de servicios sociales y las leyes vigentes priorizan la acogida familiar por encima del internamiento de los menores en centros. Sin embargo, la falta de familias de acogida aboca a un 40% de los menores tutelados a permanecer institucionalizados en residencias.
Manel fue uno de los 3.275 menores catalanes que pasó en 2013 por un centro de acogida. Mientras se resolvía su situación en los despachos de la Administración, permaneció en un Centro Residencial de Acción Educativa (CRAE) en la comarca del Maresme (Barcelona). “Me preguntaron si me quería cambiar de ropa. ¿Cambiar de qué? ¡No tenía ropa! También me preguntaron si me había hecho pipí o caca encima, pero les dije que no. Entonces me dijeron que no debía sentir vergüenza, porque era normal que la mayoría de niños lo hicieran en los pantalones cuando los llevaban al centro”, recuerda el chico.
Los menores son enviados a diferentes tipos de centros, según su propia situación. Afirma la Administración que en los CRAE como el de Manel se acoge a los niños que vienen de un medio familiar inexistente, deteriorado o con graves dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Los Centros de Acogida, por su parte, alojan a menores que deben ser separados de su núcleo familiar mientras se realiza el diagnóstico de la situación. La ley dice que ambos tipos de centros han de ser abiertos y estar integrados en una comunidad. En la práctica, el acceso es restringido a los padres y la comunicación reducida a horarios muy limitados. Además, los Centros Residenciales de Educación Intensiva (CREI) reciben, según la DGAIA, a los menores tutelados que presentan alteraciones de la conducta. Ahí existen celdas de aislamiento en las que pueden internar a los chavales, hasta 72 horas, cuando ponen en peligro su integridad o la de sus compañeros, o incumplen las normas del centro.

El 41% de los tutelados van a centros públicos porque la oferta de familias de acogida es escasa
“Se intenta que los centros sean lo más parecido a un hogar”, explica la adjunta de menores del Síndic de Greuges, María Jesús Larios. Desde las instituciones se defiende que los centros no sean muy grandes y que los menores pueden continuar con las actividades habituales. Manel, en su caso, siguió jugando al hockey, pero no pudo ver a sus familiares el día de su cumpleaños. “Cada semana nos daban una paga de cinco euros, de los cuales te podías gastar dos, y con permiso, a veces, te podías gastar los ahorros. Cuando algún niño hacía algo indebido, le quitaban parte de este dinero”, relata.
A pesar de ser la solución menos recomendada por los expertos, los centros de acogida suplen la escasa oferta de familias de acogida. En 2013, solo un 13% de los menores tutelados estaban acogidos en familias ajenas y también la acogida en familia extensa, por vínculo sanguíneo o afinidad, disminuyó un 5% desde 2011, cuando se alcanzó el mayor número de menores (2.944) acogidos en esta modalidad. La legislación catalana, por su parte, da prioridad a la acogida en familia extensa sobre la ajena, excepto que los técnicos de la DGAIA consideren lo contrario por el bien del niño.
Eso le sucedió a Ramona Piñol cuando la Administración la consideró “no apta” para hacerse cargo de su nieto. Cuando nació el bebé, la abuela apenas pudo verlo unos minutos. Dos horas después del alumbramiento, los técnicos de servicios sociales se llevaron al recién nacido. “No sabíamos nada y no entendíamos qué estaba pasando. Cuando le dieron el alta a mi hija, nos dijeron que teníamos que ir a buscar al bebé a un centro de acogida pero cuando llegamos, no nos lo dieron”. La hija de Ramona, aquejada de una fuerte depresión, había sufrido los efectos de una sobredosis de fármacos durante el embarazo. Cuando acudió al hospital se activó el protocolo por maltrato prenatal. La ingestión de drogas durante la gestación está recogida en la legislación catalana como situación de desamparo.

3.275 menores pasaron en
2013 por centros de
 acogida en Cataluña.
Muchos esperan meses
a que se  aclare su 
situación
La abuela del menor denuncia que los técnicos basaron su decisión en unos exámenes psicológicos que nunca se efectuaron. “Dicen que cada seis meses venían a hacerme pruebas psicológicas para valorarme, pero eso no es verdad. A mí no vino a verme nadie”, replica. “Yo sé que mi hija no estaba capacitada para hacerse cargo, porque está enferma. Pero ella no vive conmigo y yo puedo mantener al niño”, añade. La abuela, que lleva casi tres años sin ver al pequeño, aguarda la celebración del juicio.
Las prestaciones económicas que da la Generalitat para la manutención de los niños desamparados tampoco favorecen la reducción de menores institucionalizados. A pesar de ser la más recomendada, la acogida en familia recibe muchos menos recursos que la atención en centros. “Destaca la gran desigualdad en la inversión hecha en la atención residencial y en la atención familiar”, señaló el Síndic de Greuges en un informe de diciembre de 2013. El desequilibrio tiene sus números: por cada euro destinado al acogimiento en familias ajenas, se dedican 15 a los CRAE.
Silvia Cuatrecasas, abogada especialista en derecho de familia, cree que tanto técnicos como padres deben hacer un mayor esfuerzo por “mantener los vínculos afectivos”. Por no romper esos vínculos, Carmen, madre de acogida, también se enzarzó en una disputa con los servicios sociales. Ella es la tercera arista del triángulo de acogida del que dispone la Generalitat cuando un niño es desamparado. Las denuncias contra la DGAIA también alcanzan este eslabón.
“Era una más de la familia”, sonríe Carmen al recordar a la niña que acogió durante 18 meses. Ella y su marido, padres de dos hijos ya adultos, formaban parte del plantel de familias de acogida de urgencia de la DGAIA, que se hace cargo de niños menores de seis años mientras se estudia su situación familiar. Su conflicto con la Administración se inició cuando les comunicaron que, aunque la niña no podía volver con su madre biológica, tenían que llevársela igualmente, a una familia de acogida de larga duración. Según su edad y el tiempo de acogida que necesita el menor, se traslada a una familia de acogida de urgencia, de corta o larga duración, de fin de semana o permanente.
“Les dijimos que queríamos quedarnos con ella hasta que pudiese volver con su madre. Ya había estado con nosotros mucho más tiempo de los seis meses que estipula la normativa para familias de acogida de urgencia. Ella ya estaba integrada. Si les parecíamos viejos, porque teníamos 54 y 58 años, mis hijos se ofrecían a acogerla también”, relata. Pero los servicios sociales desoyeron su propuesta. En cuatro años y medio, Carmen solo ha podido ver a la pequeña en tres ocasiones. “No me cansaré de luchar por ella. Forma parte de mi familia y nosotros formamos parte de su mundo”.
Los horarios de visita, que dependen de los técnicos, también son otra pugna histórica. La escasa precisión de la Ley de Oportunidades de la Infancia y la Adolescencia (LDOIA) de 2010 permite una amplia interpretación. La legislación dice que no se ha de “impedir la comunicación, la relación y las visitas con los familiares”, a menos que sea necesario por el “interés del menor”. “Hay niños que están totalmente incomunicados. Hasta los presos tienen derecho a una llamada. Y los niños no son delincuentes, solo están desamparados”, denuncia Judit Martínez, de Real Rights for Children.
Manel tuvo que esperar una semana para hablar con su padre. Luego, visitas de una hora cada dos semanas, y llamadas por teléfono de 15 minutos. “Las llamadas eran supervisadas por un educador, y creo que las grababan, porque tenía que usar el altavoz”, explica. Al cabo de 136 días, el chico salió del centro, sin la despedida con pastel que habitualmente hacían los educadores para los niños que se marchaban. “Qué lástima que no hay tiempo de preparar la fiesta, pero han avisado de la DGAIA que debes marchar hoy”, le explicaron. Pero Manel no echó de menos el pastel de despedida. La verdadera fiesta le esperaba de ahí en adelante, en casa, con su padre.

lunes, 11 de mayo de 2015

DGAIA: ¿Adónde van los 4.000 euros al mes por cada niño tutelado?

Hace poco Mercè Santmartí, directora general de Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA), decía en Els matins de TV-3 que los centros de menores no tienen saturación de niños con problemas de salud mental. Mentía

En toda Catalunya solo hay un centro terapéutico para estos niños, con solo 25 plazas. 

Y muchos centros, como en el que yo trabajo, están saturados de menores con graves problemas psiquiátricos y conductuales, con los riesgos que supone para ellos y los demás. En el contexto de recortes, hay que denunciar las acciones políticas caciquiles. ¿Qué hace una licenciada en Veterinaria, exdirectora general de Pesca y Afers Marítims, al frente de la DGAIA? ¿Por qué en la DGAIA y entidades como el Consorci de Serveis Socials hay buen número de excargos políticos y asesores en diferentes puestos? ¿Por qué se privatizaron la mayoría de centros de menores cuando Felip Puig era secretario general del departamento? ¿Adónde van los casi 4.000 euros al mes que cuesta cada niño tutelado? 

Demasiadas preguntas para unas butacas demasiado cómodas cuyos ocupantes perjudican a uno de los sectores más débiles de la sociedad, niños con problemas de salud mental que han sufrido graves abusos.

Lunes, 26 de enero del 2015 Robert Morral (Santa Perpètua de Mogoda) EL PERIODICO

domingo, 3 de mayo de 2015

SEGUNDO MENSAJE A LA VETERINARIA SEÑORA MERCE que dirige la Dirección General de Atención a la INFANCIA Y A LA ADOLESCENCIA:

Somos muchos los que estamos haciendo lo posible y lo imposible para que los niños vuelvan con sus familias. Si una madre no puede cuidarlos. Con el resto de la familia. Pero nunca con la DGAIA. Nunca con una fundación. Los sustitutos de los internados. 

Y es que cuando las fundaciones que cuidan a los niños cobran 170 euros diarios por hacerlo, empezamos a sospechar que alguien podría no hacerlo por los niños. ¿170 euros diarios? ¿5.100 euros al mes? ¿61.200 euros al año por cada niño? 

Hay una fundación en Rubí que en 2013 por cuidar a 13 niños se embolsó 295.000 euros de un total de 795.600 euros ingresados. La Generalidad se metió en el bolsillo de alguien 500.600 euros. ¿De quién era el bolsillo?

Alguien se imagina que cada familia recibiera 5.100 euros al mes para cuidar a su hijo? Bueno esto nos puede dar la idea de por qué en Cataluña existe la DGAIA (de todas formas la cantidad máxima que pagan es de 664.903.24 euros al año por 13 niños)

Que la directora de un Centro Residencial de Acción Educativa en Cataluña cobre 36.503 euros es escandaloso. Y cualquier persona mal pensada podría llegar a la conclusión de que lo que importa es retirar niños de sus familias porque si no el negocio so hunde y tenemos que cerrar.

Decidme que no es así. Necesito creer que detrás de esto no hay un negocio. Y es que se baraja la cantidad de 11.200 niños tutelados apartados de sus familias. Y no nos gusta esto. Aquí tenéis datos oficiales. QUE ASCO! Y una pregunta final: ya se que esto lo han manejado CIU y el Tripartito (ERC ICV- EUiA y PSC), pero ¿lo sabia algún partido más?

miércoles, 29 de abril de 2015

Mensaje para la Veterinaria Mercè que dirige la DGAIA: Que el dinero para la infancia y la adolescencia que maneja la Generalidad se reparta entre las familias.

¿Cuánto dinero público genera tutelar a un niño, niña o adolescente por parte de la Administración?

Esta es una pregunta que muchos de vosotros nos habéis realizado.

Pues bien, según datos que tenemos, cualquier niña, niño o adolescente que es declarado en desamparo y pasa a estar tutelado por la DGAIA (Dirección General de Asistencia a la Infancia y Adolescencia), genera un gasto, según el Departamento de Bienestar Social y Familia de Cataluña, de 126,33 Euros por día. A ésto hay que añadir el gasto médico-educativo que son 32,19 euros cada mes. Falta añadir el IVA.

Así por ejemplo en un pliego de condiciones técnicas de un concurso realizado en el año 2013 que la Dirección General de la Infancia y Adolescencia de Cataluña (DGAIA), realizó para 13 plazas de un CRAE. (Centro Residencial de Acción Educativa) de Barcelona, la DGAIA. estableció como presupuesto para dichas plazas un montante de 599.435,85 euros al año, sumándole 5.021,64 Euros por la parte médico- educativa y añadiéndole el 10% de I.V.A.(Año 2013). Este presupuesto en cuestión quedó fijado en 664.903,24 Euros para un año.

O lo que es lo mismo 51.146,40 Euros al año por niña, niño o adolescente. Exactamente 4.262,20 Euros al mes por cada niña, niño o adolescente.

Dicho así, por los aproximadamente 8000 niños en desamparo existentes en Cataluña, la D.G.A.I.A estará presupuestando algo más de 400 millones de euros al año, o lo que es lo mismo y asusta más, casi 67 millones de las antiguas pesetas.

Hasta aquí información extraída de ADENICAT y ahora a nosotros se nos ocurre esta reflexión: 

Una Directora de un CRAE (uno de los 176 que hay en Cataluña) está cobrando anualmente 36.503.12 euros al año con un equipo de 16 personas para atender a 13 niños. En total se embolsan unos 295.000 euros al años para cuidar a 13 niños. ¿Os imagináis estas cantidades en manos de una familia? ¿Os imagináis que a los padres, a los abuelos, o a los cuñados se les facilitara este dinero para atender los supuestos descuidos o desamparos de los hijos de sus familiares?

Pero por alguna razón que no se escapa a nadie, la Generalidad de Cataluña prefiere no dar dinero a las familias y que sean Educadores y políticos los que se encarguen del cuidado de los menores.

¿Deben ser todos padres y madres frustrados pero que necesitan los niños de los otros para sentirse bien?. Y lo entenderíamos si no fuera por el dinero que manejan y que mueven, lo  que nos hace sospechar que pudiera haber una financiación ilegal y a pesar de nuestras reiteradas preguntas, junto con otras asociaciones, nunca obtenemos respuesta. Es muy raro,

Cuando preguntamos al Ministerio de Trabajo, responde
Cuando preguntamos al Ministerio de Asuntos Sociales responde. 
Cuando preguntamos a la DGAIA de la Generalidad de Cataluña no responden. 
Pero lo que es peor, cuando el Defensor del pueblo en Cataluña (Sindic) pregunta en nuestro nombre tampoco responden. Y así nos lo comunica el Sindic. 

¿Que hay que ocultar? ¿Hay financiación ilegal? ESPEREMOS QUE NO ¿Veremos algún día entrar a la Guardia Civil en la DGAIA, en Avenida Paralelo 52 de Barcelona cómo entró en el Palau de la Música donde se tocaban flautas, y trombones?

Ya sabemos que la Directora de Atención a la Infancia y a la Adolescencia en Cataluña es veterinaria, pero eso no le impide conocer sus responsabilidades. Tuvo que conocer la Ley e Procedimiento Administrativo y todas las leyes y normas de aplicación. Además de respeto y consideración a las familias y los jóvenes extutelados, aunque nunca responda.

Los padres y madres que acogen a un niño dicen percibir mensualmente 300 euros de la Generalidad... pero entonces ¿quién se queda y en concepto de qué el resto hasta los cuatro mil?

Existe un entramando de fundaciones y departamentos en la Generalidad de Cataluña que tutelan a ONCE MIL NIÑOS y que supone 44 millones de euros al mes. Seguro que tienen justificación, aunque nosotros no se la encontremos.

Sinceramente nos gustaría que la transparencia entrara por la puerta de la DGAIA. Los niños no se merecen vivir en lugares que según dicen, parecen reformatorios o con personas que abusan sexualmente de ellos sin que haya responsabilidades políticas. Dimisiones y esas cosas. Ceses y expedientes disciplinarios. Ya saben.

domingo, 29 de marzo de 2015

La Generalitat SAQUEA el patrimonio (además de su dignidad) de los niños desamparados a los que debe proteger

Estamos en 2015. Han pasado varias décadas y aquellos niños que fueron "retirados" de sus padres y madres tienen ahora muchos años más. Ya pueden contar la verdad.

Ya son libres para hablar. Llegó su momento. Si tienes más de 18 años. Si tienes 28 ó 32 y te sustrajeron de los brazos de tu familia y lo que recibiste a cambio fue maltrato, abusos o desconsideración... abusos sexuales o engaños por parte de los responsables de la DGAIA o de las asociaciones y/o fundaciones que para ellos trabajaban a cambio e dinero (mucho dinero)  ha llegado el momento de contarlo. El momento de poner las cosas en su lugar. Sabemos muchas cosas pero queremos saber muchas más y queremos pruebas.

Calma. Tranquilidad. Iremos montando este castillo poco a poco y procuraremos buscar a los responsables de todo. Os deben dinero... a los adolescentes... y eso también lo tienen que pagar. Y os deben dignidad. Habéis sido, en ocasiones, la excusa casi perfecta parta subvencionar partidas de las Comunidades Autónomas. Un funcionario de la Generalidad asegura que con esto se pagaban campañas de partidos políticos. Se compraban voluntades. No lo sabemos. Pero lo descubriremos si es verdad. Veremos de dónde sale el dinero de la DGAIA o el dinero de las fundaciones O de dónde llega y cómo se justifica).

Este año la Fundación Servei Solidari de calle Sant Antoni Abad 61 de Barcelona (esa que deja a jóvenes en la calle porque faltan a clase) ha recibido varios millones de euros de subvenciones  y dinero de Ayuntamientos, pero los pisos donde viven los adolescentes ex-tutelados son verdaderos pisos cochambrosos, sin calor, sin claridad y donde se les da a los muchachos dinero sin recibo oficial. Todo es tan extraño. ESTAMOS A LA ESPERA DE QUE ABRAN LA BOCA.

Con los niños no se juega. A los niños y niñas se les respeta y a sus padres, madres, abuelos, tíos también.

Una pregunta: cómo gestionáis DGAIA los 68 mil euros que dicen os dan por la recogida de un niño o niña?. Cuánto dinero recibe, al mes, la DGAIA de la Generalidad de Cataluña por sacar un niño o niña de su familia ¿4.500? ¿6.000?. Y si el niño es discapacitado ¿9.000? Preguntamos... Por ahora sólo preguntamos.

Si fueran 4.500 euros al mes ¿en qué se invierten 4.500 euros al mes? Con ese dinero la familia más desesperada, más miserable, más imposibilitada parta criar a sus hijos, acabaría llevándolos a todos a las mejores Universidades.

Y ¿dónde está el dinero de los jóvenes ex-tutelados? Se lo preguntamos, desde aquí, a la Directora de la DGAIA y al Responsables del Área de soporte al Joven Tutelado y ex-tutelado en Cataluña.

También se lo pregunta el Sindic... sólo le falta la respuesta. Como a mí.

Fdo. Rafael Bernal Sánchez 
funcionario de Correos
Fui adolescente y sufrí la emigración y la desconsideración de los servicios sociales. 

El Síndic pide a la DGAIA que entregue a los jóvenes extutelados las pensiones que la Generalitat percibió durante su tutela
11/06/2013